Blogia
Para devolver el tiempo

un año de ausencia

un año de ausencia Ernestico……
Hace un año te arrancaron de nuestro lado de la manera más absurda, cobarde, inesperada, dolorosa, imprevista, han pasado tantas cosas, que antes eran rutina, pero en este tiempo las sentimos diferentes porque tú no estás, cierto es, que físicamente no te apreciamos, pero vives cada segundo, cada instante en nuestro pensamiento, en mi caso particular te tengo presente en cada hecho, en cada acontecimiento, donde vaya, tu estas conmigo, y a pesar del dolor, del sufrimiento, de la estremecida espiritual y corporal y las pocas ganas de seguir que sentí los primeras horas y días de tu ausencia, he procurado recuperar la entereza y la fortaleza espiritual necesaria para avanzar en este áspero y tormentoso camino.
Sentí y cada día siento mas que tu ausencia no es para entristecerme eternamente, para flaquear, para entregarme a una pena infinita, a un tiempo de tortura y de angustia, que tú nunca me causaste ni mucho menos deseaste, entiendo nuestra separación física como una razón o un porqué estamos en este mundo mas allá del simple hecho de nuestro paso terrenal.
He sabido apreciar la muerte como una verdad que procuramos ignorar pero que es real, existe y nos lastima profundamente porque no la valoramos y vivimos engañados, nos creemos eternos, libres para hacer y deshacer e inmunes, por eso nos golpea tan profundo cuando nos llega y aun mas cuando es de imprevisto.
En este año conocimos historias de muchos adolescentes que igual que tu dejaron su morada en la tierra de manera inexplicable, muchos padres que sufrieron como nosotros el amargo sabor de su ausencia inexplicable.
Te extrañamos en las actividades cuando Erdrick culminó sus estudios superiores, de verdad que se notó tu ausencia física en los actos, por lo demás sabes que tú y tus hermanos siempre han sido un solo cuerpo, te sentimos con nosotros y en silencio te evocamos para tenerte siempre aquí, vivo, como te siento cuando camino los pasillos del Híper y extraño ese tu abrazo cariñoso y aquellos dulces que colocabas con picardía en el carrito.
Te extraño en la Universidad cuando veo tus compañeros en amenas charlas y tú estás ausente, te extraño cuando entro a FALEY y te evoco limpiando la tasca, retocando las paredes, o aspirando la piscina, cuando veo el minicopper en el garaje y cuando veo a Erick entrar y salir a la casa, a la oficina con tus hermanos, con tus amigos y tú no le acompañas, cuando viajo en mi vehículo y miro el asiento de al lado y tu puesto de compañero está vació.
Te extraño cuando tu mamá y tus hermanos evocan tus ocurrencias con las cuales nos divertías y hacías pasar tantos ratos amenos y agradables.
Te extraño porque no te siento físicamente, porque no puedo abrazarte, pero me calma el dulce recuerdo que todos estos hechos me trasmiten. Porque de nada me siento culpable ni puedo reprocharte nada, porque he desechado el rencor y apartado los prejuicios. Porque viviste intensamente tu corto periodo terrenal y me hiciste feliz porque pude compartirlo contigo, porque junto a tu mamá pude guiarte y porque tu así lo apreciaste, y porque a pesar de todo lo sucedido hijo, donde estás, estás protegido por Dios.
Escribiendo estas líneas, me pregunto si tú podrás leerlas, porque son para ti, pero a la vez digo no, estoy escribiendo para mí, para tu mama, tus hermanos, tus tíos, primos, para tus amigos, porque estarás aquí por siempre.
Muchas veces en los diálogos que mantengo con tu memoria he recordado aquel comentario que hicimos visitando la tumba de tu abuelo pachito. “los muertos no se tienen en el cementerio, se cargan en el corazón” hoy lo ratifico. Si te creo en el cementerio puedo convencerme que éstas allí y te dejaría tan solo, que no me atrevo ni a pensarlo, tu estás en mi memoria, en la memoria de tu mamá, de tus hermanos, de tu tía Elba, tu estás con nosotros, ahora y siempre y cuando requiero tu presencia abrazo y beso a cualquiera de tus hermanos y calmo mi ansiedad, y eso me hace sentir mas tranquilo, cierto es que mis ojos se cubren de lagrimas, y siempre será así. Pero no son de dolor, ni de tristeza, son de nostalgia, de sentimiento espiritual, esas lágrimas cuando te evoco son de satisfacción, tu no quieres que pase la vida dolorido, lastimoso, y lloroso, tu nos quieres alegres, sabiéndote libre en el cielo en un mundo de paz y tranquilidad.
Avanzamos hijo, cruzando este desierto, procuramos hacerlo con menos prejuicios y con mayor claridad, al final todo es y será como Dios lo haya dispuesto.
Ahora no temo a la muerte, la he conocido intensamente y se que es parte de nosotros. Aprecio mucho más la vida, pero consciente que todo tiene su tiempo, el tuyo fue exacto, hiciste todo lo que se te encomendó. Fue hermoso, productivo, dulce, amoroso y ese es el recuerdo que siempre evocamos.
He llegado a creer profundamente que existe un destino que marca y delimita nuestra existencia y se revela en ciertas oportunidades indolente, brutal, indiferente, doloroso, sin medias tintas.
Te fuiste prematuramente y no hubo tiempo para la despedida y he comprendido que para poder vivir y mantener tu memoria debo y tengo que asumir esa perdida con valentía, con mucha fuerza espiritual y con lógico razonamiento que las cosas pasan y que todo tiene un sentido razonable y un porqué. Esta razón mas que cualquier otra me reanima cuando tu recuerdo lastima y me nubla el pensamiento, entonces, flota la frase que me alimenta y fortalece el espíritu.
“El dolor de haberte perdido no sustituirá jamás la alegría de haberte tenido”.
Ojala podamos nosotros llegar a entusiasmar a quién nos preceda en la tierra para decir, hemos cumplido. Un abrazo, orgulloso de ti, hasta siempre Ernestico, Tu papá.
Puerto Cumarebo 21 de diciembre de 2008.

1 comentario

Graciela Susana -

Hola, gracias por la dedicatoria a los padres que han padecido lo mismo que tú, he leido tus escritos y cuanta realidad y dolor hay en ellos, lo mismo nos pasa a mi esposo y a mi, hace dos meses perdimos a nuestro hijito de 13 años todo fue muy repentino, siendo él sano y fuerte, estamos choqueados a pesar de nuestra fe en Dios, no logramos calmar tanta tristeza, no hay consuelo para nosotros era el más pequeño de los cuatro hijos que tengo le llevaba al penúltimo seis años aproximadamente, asique imagínate si no comprendo tu dolor.Cuanto lo siento.